Hace casi un año nos dejaba Claudio Naranjo, referente del mundo de la terapia, el crecimiento personal y la educación. En recuerdo y homenaje a este “Maestro de nuestro tiempo”, como se le ha llamado, la autora entrelaza el recorrido y legado intelectual y espiritual de Naranjo con el contexto social que la crisis sanitaria pero también educativa del covid-19 justamente viene a poner de manifiesto. El autoconocimiento de las personas educadoras aparece como esperanza, en la necesidad de un cambio profundo en la “cadena de transmisión del sufrimiento” que nos aleje del patriarcado y sea semilla de una nueva educación.

Nos pidieron un texto para celebrar la persona y la obra de Claudio Naranjo, que murió el pasado julio de 2019. Hoy, escribiendo sobre él, no podemos prescindir de lo que está pasando en el mundo con la pandemia del Coronavirus.

Muchos de los lectores conocerán cómo Claudio, en los últimos años, se definía a sí mismo como “militante”, en el sentido de que no dejaba de denunciar esta sociedad enferma, e invertir energías y tiempo en la lucha contra la sociedad patriarcal. Patriarcal parecía un término obsoleto, pero Claudio volvió a darle un sentido moderno y profundo hablando de la competición, la explotación económica, el apego al dinero, en fin la supremacía de la mente racional y estratégica como la raíz del mal del mundo. El predominio de la mente racional conlleva la desvalorización del aspecto maternal – la solidaridad y la comprensión – y el aplastamiento de nuestra parte instintiva: el dominio del deber sobre el placer, el dominio de la falsedad, y el engaño de la felicidad vinculada a la posesión, sea de riquezas, sea de poder, sobre la riqueza profunda de una vida vivida con consciencia.

Claudio Naranjo
Alessandra Callegari – Wikimedia Commons

Vivimos ciegos y dormidos, y Claudio denunciaba la crisis de nuestra sociedad como una crisis de consciencia, más allá del desastre de la crisis económica global, que hoy con la pandemia se está mostrando en toda su violencia. Hoy el virus, con el miedo a la muerte física y a la supervivencia, ha desvelado la degradación de una política de la inconsciencia, donde las instituciones que detentan el poder son cómplices de una lógica del mercado que ha alimentado la construcción de una falsa imagen de sí basada en el éxito social, en la sed de un reconocimiento fútil que nos hace ilusionar respecto a la realización de nuestras necesidades y buscar en el consumo el sentido de la vida.

Felicidad de mercado

Claudio auspiciaba el nacimiento de una política de la consciencia para una sociedad que eduque a seres completos.

Hoy, el virus ha desvelado la precariedad de los fundamentos de este sistema y la falacia de la felicidad vendida por el mercado. Claudio auspiciaba el nacimiento de una política de la consciencia para una sociedad que eduque a seres completos, que saben reconocer la propia necesidad de realizarse a sí mismos no identificándose con objetos precarios, sino reconociéndose a sí mismos y sabiendo convivir con el otro, porque es con y gracias al otro que nacemos y vivimos. Conocerse a sí mismo en profundidad para amarse y amar y así entrar en un estado de paz interna y social.